PUERTA CERRADA
Tengo arena en las manos y sonrío,
cenizas en la voz pero igual canto,
no me siento culpable del encanto
de acariciar paciente el odio mío.
Acorralada en ámbitos de frío
insisto que la paz no está en el llanto.
Me alimento del hambre y por lo tanto
protejo mi dolor del vano hastío.
Tengo una luz candente en la memoria
que me lleva en silencio hasta el exacto
principio de mi infancia tan esquiva.
Con arte de panal hice otra historia
donde a puerta cerrada gozo el acto
feroz, ardiente, incierto, de estar viva.
María Canevari
LA HUIDA
Quisiera emprender el vuelo de los pájaros.
Huir de ti,
saber que mañana,
tal vez,
me habré ido tan lejos
que tu mirada no me alcanzaría.
Pero es en vano.
No puedo.
Me sigue donde vaya.
Quisiera huir
pero mi corazón no es capaz de crecer alas,
porque tú estás dentro de mí.
María C. Bollero
DEL VIEJO ARCÓN
Del viejo arcón, como un recuerdo grato,
aparece una imagen desteñida
hablando, en la mudez de su retrato,
de una historia que es siempre repetida.
La abuela, deteniendo por un rato
el transcurso incesante de la vida,
provoca con sus ojos ese trato
que ahora es de nostalgia compartida.
Entre nubes de sueños ya perdidos
que se tornan remotos y escondidos
está el ayer, tan lejos y cercano,
pareciendo decir, sin decir nada,
que el tiempo es como agua aprisionada
que se va, sin quererlo, de la mano.
Jorge Antolini