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viernes, 31 de julio de 2020

El mundo, de Eduardo Galeano



Marcel Caram



Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso-reveló-Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.



Eduardo Galeano
De "El libro de los abrazos"


jueves, 30 de julio de 2020

¿Deseas que te amen?, de Edgar A. Poe



Hsiao Ron Cheng



¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
y aquello que no eres, no.

Así en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin
y el amor... un sencillo deber.

Edgar A. Poe




lunes, 27 de julio de 2020

Noche de enero, de Rafael Arrieta









Noche de enero, quieta y luminosa,
junto al río, entre piedras, y a tu lado
mi corazón maduro
para la maravilla y el milagro.
Si una estrella cayese,
tendería mi mano...

Rafael Arrieta

domingo, 19 de julio de 2020

Los caminos del frío, de Raúl G. Brarda



Abraham Solomon



Nuevamente el invierno
establecía sus cánones
dictando la aspereza de la tarde.

Mi sensación era que las aves
no alcanzarían este cielo
y vivirían muy cerca de las plantas
en las inmediaciones del poniente.

Desde esos bancos desolados
años atrás,
había sentido en un instante
las apariencias que la noche engastara
en aquella tierra desierta.

Hoy descreo de un vasto poderío
sobre los pliegues de la lluvia.

Es que el paisaje contiene,
estrecha la región donde su brisa
volverá a nuestro cuerpo,
pero olvida que una ráfaga intensa
fracasará con los árboles,
tiempo antes del recuerdo
que empezará a nacer.


Raúl García Brarda



lunes, 13 de julio de 2020

Poemas de María Esther Mirad



EL CAMINO INTERIOR

Por debajo del camino terrestre,
por la espiral de arena que es la casa del alma
me moveré esta noche apartando las sombras
hasta que crezca el alba.
Voy a bajar al fondo para hurgar en los sueños,
inventar los nombres, recordar los fantasmas,
desenredar los hilos que me anudan al  suelo
y subir con el día a interrogar la luz
antes que se apague mi lámpara.



BALANCE

Sé que vendrá ese tiempo, el tiempo cero
que rechaza el metal de los relojes.
Ese infinito segundo irregistrable
en el que desgarramos los disfraces
para enfrentar desnudos ese último espejo,
el que devuelve el verdadero rostro
enmascarado por el rostro de niebla que elegimos.
Y en esa hora clave, se trizará la luna
y estallará en mis manos
el secreto reverso de la trama.


LA TIERRA

La pienso ahora,
como un tapiz antiguo, entretejido
con hilachas de tigre y de pájaros
anudados con líquenes y lirios,
entramados en oro y alabastro.
Desgarrado tapiz,
desdibujados por los dedos del viento
y vuelto a armar con hilos infinitos
y retazos de hombres y de dioses
en un telar de siglos.
Sin embargo,
la piso sin pensar, mientras camino
sobre su cuerpo de matrona tendida
en un lecho tallado en piedra y polvo
y perforo su vientre percudido
por diluvios y soles implacables
para hundirle raíces como clavos
y arrebatarle pétalos de nácar,
mientras ella, tendida,
trabaja sus incesantes partos.


María Esther Mirad