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sábado, 9 de diciembre de 2017

Hoja, pluma... vida






Quizá el herrero que hay en mí
me lleve a admirar, hoy,
tus manos de escultor...
Por eso te suplico:
déjame cuidar 
tus manos de escultor.
Ellas contienen el talento
capaz de arrancarle a la madera,
al hierro, a la piedra o al barro,
lo que la naturaleza silenció.
Desde ese olvido lo rescata el arte,
adivina la forma contenida.
Es el soplo que olvidó Dios.
Las cosas pueden volverse eternas
gracias a tus manos, escultor.

Corina Herrero Miranda.






EL POEMA

El poema nacía en la raíz,
avanzaba en la oscuridad
y dormía a medias;
desperezaba duendes en las cuevas,
se hundía en las edades,
comprimía la voz ronca de la tierra;
tejía tan despacio y en el viento
tal vez se deshilaba.

Lina M. Vidal





EL VERDUGO


El verdugo insiste en llevarse la vida,
porque no le enseñaron
que lo eternamente efímero es el destino
y que siempre es demasiado tarde
para mendigar el otro lado de la oscuridad.

Susana Valenti






DEL LUGAR


Busco asilo
en la memoria
de las horas...
El paisaje
se somete
al habitante.
Manos badías
dibujan
con cada letra
las palabras.

Guillermo Ibáñez