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martes, 29 de marzo de 2022

Tu voz me llama desde los trigales, de Rafael Sánchez Ortega













Tu voz me llama, desde los trigales,

¡oh tierra mía que ha curtido el tiempo!, es el sonido duro de la gleba cuando ya siente el roce de los vientos. Pero ese grito viene de ti misma, mi tierra noble, desde los ancestros, los mismos que labraron tus terrones, los hombres que pasaron y murieron. Es una voz distinta y solidaria, es esa voz que clama en el desierto, buscando las raíces de la vida, el pan y la comida con denuedo. Es esa voz quizás desesperada buscando en esta vida su alimento, por medio de la tierra y de los hombres arando sin descanso los alberos. La tierra de secano blanquecina, la misma que labraron los abuelos, aquellos que dejaron esta herencia, de tierra de sudor y sufrimiento. Tu voz me llama, desde los maizales, ¡oh tierra dura del jardín que llevo!, ¡cuánto daría por poder decirte, regar al fin, tu corazón sediento!. Sentir tu corazón como a una rosa, mojar la tierra dura en el invierno, con esas nubes negras que nos llegan dejando lluvia amarga por los suelos.
Pero la voz que clama en la distancia es una voz tan fría como el hielo, es ese grito anclado en el pasado, es el gemido aislado de los muertos. Es esa voz que sale de la tierra que llega a mi, entrando por los huesos, es ese grave y duro escalofrío, que dice que estoy vivo y en silencio. Pero tu voz, ¡oh tierra de mi tierra!, me dice con sus gritos más que eso, me pide que la mire y la trabaje, que labre sus terruños con esmero. Que doble mis espaldas en la tarde, que sufra los veranos calurientos, que busque entre los trigos y maizales aquello que ha guardado con secreto. La dura melodía de la vida, regada con sudores de lo eterno, la frente trabajada de los hombres, sus cantos, sus poemas y sus versos. ¡Oh tierra mía!, no puedo más, mi corazón, quiere sentir tus besos, quiero beber la sangre de tu tierra, y quiero ser, de ti, tu prisionero. Rafael Sánchez Ortega © 16/12/08

martes, 15 de marzo de 2022

Poemas de Gerardo Molina

 

















La Ventana


La ventana está allí

¡cuántos recuerdos guarda!

desde el inocente rubor

del primer beso

hasta el temblor

de la primera lágrima.


Pero no estás tú,

apenas los fantasmas

de todo lo vivido,

de aquel amor inmenso,

no han querido marcharse de la casa.


Gerardo Molina

















Recordándote


Sobre esta quieta luz del mediodía,

Junto a las olas de imposible llanto,

Recuerdo que te amé, que te amo tanto

Y pienso que tal vez aún eres mía.


Quedó atrás la ilusión. Nuestra porfía

Contra el destino se volvió quebranto

Y tenaz, solo, como el mar, levanto

La certeza en regresos todavía.


Pero no en vano se ama así, mi cielo,

Una herida de amor, en su desvelo,

Se vuelve un rojo altar donde adorarte.


Arde en soles la noche del que espera;

Sobre la desazón una quimera

Y un «¡Volveré!» en los ojos del que parte.


Gerardo Molina (profesor, escritor y poeta de Uruguay)

viernes, 4 de marzo de 2022

Sobre los hombros, de Susana Valenti

 





Por los niños perdidos,
por los que no volvieron,
por aquellos fantasmas que aún pueden llorar,
por los huesos sin tiempo de los desconocidos,
por el fuego que nunca encienden las estatuas,
por la memoria, vacíos del vacío
que se aleja del puerto de los días,
por el eco de una voz
sin la montaña,
por un Dios que vacila
aunque tiene un sermón prendido en su costado.
Tanto miedo
y una sola garganta

que nos hace existir.


Susana Valenti

miércoles, 2 de marzo de 2022

Me gusta cuando callas, de Pablo Neruda

 

















Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda