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domingo, 30 de agosto de 2020

Lluvia, de J. Ortiz





Todo el día,
mi alma hoy estará suspensa
de la voz del agua
como en un sueño
mojado.


¡La voz del agua
dulcemente cierra el mundo!


Todo el día seré un niño
que se está durmiendo.


La vida será sólo
una voz querida.



J. Ortiz
1896-1978

viernes, 14 de agosto de 2020

Esa única razón, de Héctor Arizu



Cuando sientas que al final es el cansancio
el Supremo dueño de tu sitio
y te envuelva fugaz un negro manto
llevándose tus sueños y tu estío.
Porque el ver suplicar al inocente
tambalearon de impotencia tus principios,
porque el amor que diste te ha gastado
y aquél que recibiste te ha dolido,
no te apenes si al final así conjugan
tus sueños, tus temores, tus delirios.
Si has dejado un amigo que aún te extraña,
si en tu mesa quedó un libro consumido,
si al sentir la guía de tu mano
encendiste la sonrisa de tu hermano,
quédate en paz, no te asombres que ya has llegado.
Esa es la única razón  de tu existencia
y la brutal verdad de tu destino.

Héctor Arizu

lunes, 10 de agosto de 2020

Cuéntame tu vida, de Coca Rossi





El saldo de tu vida es casi un cuento,
una obra distinta de las otras,
un gesto que se asume por costumbre,
un inútil intento que se agota.
Susurra suavemente entre silencios,
cuéntame, de tu vida, de algunas cosas;
de su monotonía, de sus miedos,
sus esperanzas viejas y remotas.
No quiero conocer intimidades,
quiero que me confíes tus congojas,
tus llantos, tus tristezas, tus olvidos,
las palabras valientes y las otras;
no temas, sólo intento consolarte
pues te siento temblar como una hoja...
No claudiques, tus viejas ilusiones
siguen alrededor, como una ronda,
y la luz del amor palpita intacta
en la mentira antigua de las sombras...

Coca Rossi (Coordinadora del Conservatorio Literario de Rosario-Argentina)


jueves, 6 de agosto de 2020

Aquellos viejos tiempos, de Carmen Lala




¿Tomamos el té...?
luego conversamos
de recuerdos lindos
que tenemos ambos.
Fuimos a la escuela,
allí, el entusiasmo
de estar con amigos
en juegos muy sanos.
Juguetes, muy pocos,
pero con guijarros
rayuelas se hacían;
después al amparo
de nuestros hogares,
llegaba el encanto.
Pasaban los días,
y siempre buscamos
crecer con cariño,
ser leales, francos.
Volaban las horas,
mil cosas pasaron,
se nos fue la vida;
sólo queda el saldo
de lindos recuerdos
de felices años.
Hoy, todo es distinto
y ya nada es calmo,
existen las drogas,
violencias y falsos
"amigos" que intentan
llevarse el fracaso.
Debemos ser fuertes,
al hogar, cuidarlo;
poca gente es buena,
se vive angustiado;
ya nada es confiable
y falta el trabajo...
¡Qué poco nos queda
de los bellos años!
Quisiera ser niño
otra vez, hermano,
volver al ayer
como en un abrazo...

Carmen Lala