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martes, 3 de abril de 2018
Paisaje, de Carlos Grismado
Brama el viento.
Se despedaza el mar en el oleaje.
Descarnado lamento,
grito de la borrasca;
vano, desesperado
como el triste final de la hojarasca.
De la hojarasca que huye
cual esas dos gaviotas remontando
el vuelo en busca de un lejano nido.
Mientras el gris se ahonda en el paisaje
en este atardecer anochecido.
Las barcas aquietaron en el pueblo
ansias de lejanía.
Y en la torva desnudez
elevan temblorosas su concierto
desde un cordaje de melancolías.
Ha comenzado a deslizar la lluvia
por mi ventana su callado llanto;
ajeno, transparente.
Color de la nada como el desencanto.
Y un relámpago azul
-desbocado corcel sin paz ni calma-
implacable y fugaz,
descubre en su destello,
esta cansada soledad del alma.
Carlos Grismado
