Una luciérnaga encendida pone luz ante mis ojos, es éste el momento de violetas y de sombras. Es también el anochecer de mi vida.
Se oye distante la música alegre del carrusel.
Concentrada bajo la verde presencia de los tilos adormecidos, entré a la ermita y estuve un momento muy cerca de mi madre.
Es éste mi barrio. Silente y bullicioso, mi barrio, el que yo quiero. A veces me parece que en un instante se pudiera vivir la eternidad. El cielo generoso ofrece el coloquio de las primeras estrellas haciendo guiños a la luna indiferente.
Mientras tanto yo, pasajera de la vida, camino aplastando el colchón de hojas herrumbradas de árboles que no son perennes y cubren el suelo. Ese suelo que alguna vez tapicé con mis sueños compartidos. Es mi barrio. Lugar donde crecieron mis niños y por donde caminan mis nietos, en él coseché sonrisas y bebí lágrimas y en él me quedaré hasta llegar al final de mi destino cuando ya no puedan reflejarme los espejos.
Elsa Gervasi de Pérez