Dicen que las alas dejan de volar,
caen,
se despluman en el aire
y el cielo se ausenta en una marcha
que migra hacia otras formas.
Prefiero mirarlas como el trino,
en una copa,
sobre el viento y el ocaso,
más allá de toda ave:
en mis ojos,
contando plumas
de cien atardeceres.
Salvador Pliego