Es hielo abrasador, es fuego helado.
Es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente al ser amado.
Es una libertad encarcelada
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor; éste es su abismo;
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que con todo es contrario de sí mismo.
Francisco de Quevedo
Español (Madrid 1580-1645)