Éduard Gordeev |
Gris y más gris. No estás y yo estoy triste
de una tristeza apenas explicable
con palabras, y de una imperturbable
soledad, que por ti nace y existe.
Siempre de gris, mi corazón se viste:
polvo y humo, ceniza abominable
y la envolvente bruma irrenunciable
que estaba ayer. Y hoy y que persiste.
Gris a mi alrededor. Contra mi mano
la nube espesa que va abriendo en vano
porque el fuego que soy no está encendido
y hay niebla en lo que miro y en lo que toco.
Ah, ya no sé... tal vez te odio un poco
porque está gris y llueve y no has venido.
Julia Prilutzky Farny