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miércoles, 12 de octubre de 2016
XIX, de William Shakespeare
Mella, Tiempo voraz, del león las garras,
deja a la tierra devorar sus brotes,
arranca al tigre su colmillo agudo,
quema al añoso fénix en su sangre.
Mientras huyes con pies alados, Tiempo,
da vida a la estación, triste o alegre,
y haz lo que quieras, marchitando el mundo.
Pero un crimen odioso te prohíbo:
no cinceles la frente de mi amor,
ni la dibujes con tu pluma antigua;
permite que tu senda siga, intacto,
ideal sempiterno de hermosura.
O afróntalo si quieres. Tiempo viejo,
mi amor será en mis versos siempre joven.
William Shakespeare (1564-1616)