William Henry Margetson |
De una amiga en la distancia,
más no por ello lejana,
he aprendido la constancia
el buen hacer que dimana.
La dama de los colores
lleva el nombre de una virgen;
ella le entregó los dones
que tan fácilmente esgrime.
Pues ha creado un espacio
del color del arco iris
un verdadero palacio
de pintura, letra y simil.
En él aprendí a perderme
dejando el alma desnuda.
Alma de poeta inerme
sumergida siempre en dudas.
Me has enseñado a abogar
por un mundo diferente
en el que reinas, Luján,
y reinarás para siempre.
Con mi sincero cariño. Un abrazo.
Belén Rodríguez
Gracias querida Belén por este poema que me dedicaste hace unos años.
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