A media vida llego presuroso
esclavo de aprendido pensamiento.
Son ideas apenas el sustento
que alimenta el vacío tenebroso.
A media vida arriesgo, poderoso,
liberar de su jaula el sentimiento:
transformaré en amor cada momento,
perdonaré en su credo generoso.
Porque aposté a ganar y jugué en vano
hasta entrever que, aliadas en la mano,
risa y llanto son cartas de la muerte.
Agradezco el escollo superado,
al Ángel que paciente está a mi lado,
a media vida aún y a media muerte.
Alejandro G. Roemmers